"El mito de Prometeo puede reinterpretarse considerándolo una escena del aparato psíquico del sujeto de rendimiento contemporáneo, que se violenta a sí mismo, que está en guerra consigo mismo. En realidad, el sujeto de rendimiento, que se cree en libertad, se halla tan encadenado como Prometeo." - Byung-Chul Han
La idea de “estar en guerra conmigo mismo” como sujeto del siglo XXI juega un papel interesante. Es como una especie de sobreanestesia, el ser entre la angustia y la culpa. Ser-siendo una sombra del miedo a repetir un pasado donde los enemigos tenían etiqueta y que de alguna manera daba un aire de tranquilidad porque eran definidos y delimitados; y una angustia por el futuro a través de un presente que no se vive como tránsito.
Uno de los problemas es la posverdad, ya que le da cierto valor a cualquier discurso que busque llenar a la sociedad de cierta nostalgia. Me parece que la nostalgia es un fenómeno interesante hoy en día que sirve como lo que es: una anestesia.
A propósito de lo que menciona Byung-Chul Han en un inicio sobre la patología del siglo XXI, me lleva a pensar sobre una “neurosis de contacto”, el comportamiento neurótico se caracteriza por la dificultad de procesar o asimilar lo que el organismo necesita de su entorno. Creo que en los tiempos actuales el sufrimiento posmoderno yace en evardirme sobre mi propia responsabilidad como ser existencial, un ejemplo de ello es la sobremedicación psiquiátrica.
La psiquiatría juega un valor crítico en el tema de la anestesia, ya que con cualquier síntoma de ansiedad se receta prozac (por ejemplo) siendo que la ansiedad nos posibilita el preguntarnos sobre si llevamos una vida autentica, como dijo Kierkegaard: “la angustia es el vértigo de la libertad”. Cuando Byung-Chul Han hace mención del exceso de positividad y el imperativo de rendimiento ¿Será que el énfasis en la positividad y llevar una vida feliz se presenta como un nuevo tipo de violencia? Creo que esta misma imposición es la que genera cansancio, cansancio existencial.
La idea de “estar en guerra conmigo mismo” como sujeto del siglo XXI juega un papel interesante. Es como una especie de sobreanestesia, el ser entre la angustia y la culpa. Ser-siendo una sombra del miedo a repetir un pasado donde los enemigos tenían etiqueta y que de alguna manera daba un aire de tranquilidad porque eran definidos y delimitados; y una angustia por el futuro a través de un presente que no se vive como tránsito.
Uno de los problemas es la posverdad, ya que le da cierto valor a cualquier discurso que busque llenar a la sociedad de cierta nostalgia. Me parece que la nostalgia es un fenómeno interesante hoy en día que sirve como lo que es: una anestesia.
A propósito de lo que menciona Byung-Chul Han en un inicio sobre la patología del siglo XXI, me lleva a pensar sobre una “neurosis de contacto”, el comportamiento neurótico se caracteriza por la dificultad de procesar o asimilar lo que el organismo necesita de su entorno. Creo que en los tiempos actuales el sufrimiento posmoderno yace en evardirme sobre mi propia responsabilidad como ser existencial, un ejemplo de ello es la sobremedicación psiquiátrica.
La psiquiatría juega un valor crítico en el tema de la anestesia, ya que con cualquier síntoma de ansiedad se receta prozac (por ejemplo) siendo que la ansiedad nos posibilita el preguntarnos sobre si llevamos una vida autentica, como dijo Kierkegaard: “la angustia es el vértigo de la libertad”. Cuando Byung-Chul Han hace mención del exceso de positividad y el imperativo de rendimiento ¿Será que el énfasis en la positividad y llevar una vida feliz se presenta como un nuevo tipo de violencia? Creo que esta misma imposición es la que genera cansancio, cansancio existencial.
El tema de la otredad
me parece clave porque concierne a lo relacional. Pero, ¿Qué es lo otro hoy en día? Creo que no hay respuesta
viendo al otro desde una postura del rendimiento, casi cosificada, se hace lo
que me autoimpongo hacer. El giro que da Byung-Chul Han a la idea de Foucault
entendiendo ahora a la sociedad como de rendimiento me parece que genera una
especie de vacío individual que ya existe de trasfondo en el sujeto, antes era
“ser o no ser” ahora es “me ven o no me ven”.
Con el rendimiento viene el reconocimiento, ¿es posible
hablar del otro si la meta de la
sociedad es buscar el reconocimiento individual? La idea de “autorrealización”
propuesta por la psicología humanista el siglo pasado hacía referencia a una
realización personal sobre un “ir progresando” sobre mis necesidades; ahora
queda vacía, el sujeto no sabe que necesita realmente, víctima de una sociedad
enferma.
Una sociedad del desgaste, autoimpuesta a siempre estar activo y donde todo lo contrario resulta “patológico”, como si el multitasking fuese la tendencia saludable para el humano, un ser humano que no se precia para detenerse, lograr sentirse y reflexionar-se.
Las metas de vida influyen en la patologización de
los individuos, me refiero a lo que la sociedad dicta, el hecho de siempre
estar “ocupado”, buscar ser feliz a toda costa, aprovechar el tiempo (que paradójicamente
es desperdiciado en cosas que no haríamos sino tuviéramos que hacerlas), el
ritmo de vida lleva a una cierta disociación de la realidad, el siglo XXI
parece cumplir una distopía, un sujeto que no quiere vivir lo que hemos creado.
Esto aunado al índice creciente de diagnóstico de trastornos depresivos y de ansiedad, que no es provocada por el ritmo de vida actual sino, a una falta de sentido autentico y a un conocimiento de sí. Mi propuesta de acompañamiento por supuesto son las psicoterapias de base existencial, mediante los métodos del proceso psicoterapéutico a través de lo relacional en el aquí y ahora del sujeto, se puede llegar a ese detenerse y contemplarse en un “regreso a la corporalidad”, y devenir sobre una existencia que se pregunta por su autenticidad.
Esto aunado al índice creciente de diagnóstico de trastornos depresivos y de ansiedad, que no es provocada por el ritmo de vida actual sino, a una falta de sentido autentico y a un conocimiento de sí. Mi propuesta de acompañamiento por supuesto son las psicoterapias de base existencial, mediante los métodos del proceso psicoterapéutico a través de lo relacional en el aquí y ahora del sujeto, se puede llegar a ese detenerse y contemplarse en un “regreso a la corporalidad”, y devenir sobre una existencia que se pregunta por su autenticidad.
La obra de Byung-Chul Han me parece fascinante para
re-pensar la situación cambiante entre la sociedad y el sujeto, éste como un
mediador entre el tener/hacer y el ser. Creo que hay mucho por analizar en esta
obra fascinante y me interesa recuperar esa primera impresión sobre el vivir
actual, bajo una clase de ilusión nostálgica que anestesia, esa anestesia
patológica que genera angustia y dificulta al ser-en-el-mundo del sujeto existencial.
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